María es la primera mujer de fe, una mujer que supo
dar una respuesta verdadera y total a Dios. La respuesta de María implica la
totalidad de su vida sencillez, su humildad y de su disponibilidad para que se
realiza el plan de la salvación de Dios. El “SÍ” de María al anuncio del Ángel,
implica la primera: la valentía de enfrentar la consecuencia que se dan
especialmente en la tradición, y la segunda es: la responsabilidad para llevar
acabo la tarea que Dios le pidió de ser la Madre del Hijo del Altísimo. María
es la mujer que supo dar respuesta a Dios con la confianza plena, que supo
mantener la fidelidad a Dios. Es la mujer orante, es la mujer que sabe Escuchar
la Palabra de Vida, que deja fecunda esta palabra en su seno y que presenta y
ofrece esta misma palabra a Dios y a la humanidad. Por lo tanto es la nueva mujer,
nueva Eva, mujer que destruye la desobediencia de Eva, es la mujer que niega a
satanás, y es la figura de la fe del Nuevo Testamento.
LA FE DE MARÍA
EN LA SAGRADA ESCRITURA
La fe de María
en la Anunciación Lc 1,26-38
Así María, hija
de Adán, aceptando la palabra divina, fue hecha Madre de Jesús y abrazando la
voluntad salvífica de Dios, con generoso corazón y sin el impedimento de pecado
alguno, se consagró totalmente a sí misma, cual esclava del Señor, a la Persona
y a la obra de su Hijo, sirviendo bajo El y con El, por la gracia de Dios
omnipotente, al misterio de la Redención.[1]
María por la gracia de Dios (por eso está llena de
Gracia), aceptó la Palabra Divina con todo su corazón y deja que esta Palabra
fecunda en ella. La respuesta de María “He aquí la esclava del Señor; hágase en
mí según tu palabra” (Lc 1,38), en la Anunciación, muestra la disponibilidad perfecta de María
ante la palabra. La Palabra “ESCLAVA” es la humildad y sencillez de la Virgen. Igualmente es un Instrumento
del Señor; está dispuesta a hacer la voluntad de Dios. Es la actitud de
confianza de María, es un abandono total en el plan de Dios, porque sabía que
Dios nunca lo abandono.
La fe de María
en la presentación de Jesús Lc 2, 22-35
En esta presentación del niño Jesús, María ofrece a
Dios el fruto de su fe, esa Palabra que es la luz de las naciones que había
escuchado, meditado, orado, la presenta a Dios como máximo ofrenda y muestra de
su fidelidad a la invitación de Dios a participar en la obra de la salvación.
En la Lc 2, 34-35 “Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Este está puesto para
caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción. ¡Y a
ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto
las intenciones de muchos corazones”. Aquí se anuncia la prueba que va a
enfrentar a María; una prueba de fe más grande. Es muy interesante la actitud
conservadora de María, medita la palabra en su corazón, sabiendo lo que va a
enfrentar, pero confiando a la palabra de Dios, sigue fiel llevando la luz que
es Cristo en medio de las tinieblas, para que esta luz reina sobre las
tinieblas.
La fe de María
en la boda de Caná Juan 2,1-12
En el Evangelio de San Juan, presenta a María como
la primera mujer creyente. En Jn 2,3-5 se presenta el diálogo entre María y
Jesús. Es un diálogo basado en la fe. Es la firmeza de la fe de María. Ella es
la primera mujer que cree al señor, por eso mandó a los sirvientes para que hagan
lo que Él les diga. María sabe que Jesús puede hacerlo, por eso recurre hacía
Él.
No es una coincidencia, sino por un acto de fe. Por eso ella es el modelo de la fe de los
primero que creen al Señor. María nos presenta a Jesús como Hijo de Dios vivo y
verdadero, nos enseña poner la confianza en Él.
La fe de María
ante la muerte Jesús en la cruz. Jn 19,25-30
Es la prueba más grande para la fe de la virgen
María, es una prueba dolorísima, viendo un Hijo colgado en la cruz, un Hijo
débil, vergonzoso y morir. Es una durísima prueba para María. Sigue meditando
los acontecimientos por acontecimientos que han pasado, todo lo guardó en su
corazón. Nunca quejaba, nunca pregunta de por qué paso todo eso. Sólo mirando
al Hijo con lágrimas y con el alma partida.
En este momento, la fe de María esta sacudida por
la muerte, pero sigue fiel, sigue confiando a la voluntad y plan de Dios. Es la
resistencia de fe de María, es la consecuencia de llevar la luz en las
tinieblas. Y por la fe también, recibe a Juan como hijo, y por la fe recibe a
la iglesia como hijo suyo. Por la fe,
María sigue confiando a Dios, confiando su palabra, confiando que Cristo
reinará para siempre. Es una mujer oferente que por la fe, ofrece a Dios el
cuerpo colgado en la cruz, y a la humanidad el rey que ha vencido la muerte. Y
el último, por la fe, María perdona a los hombres que han condenado muerte al
hijo de Dios y los reciba como hijos por amor.
MARÍA MODELO DE
LA FE DE LA IGLESIA
“Concibiendo
a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo en el templo al Padre,
padeciendo con su Hijo mientras El moría en la Cruz, cooperó en forma del todo
singular, por la obediencia, la fe, la esperanza y la encendida caridad, en la
restauración de la vida sobrenatural de las almas. Por tal motivo es nuestra
Madre en el orden de la gracia”[2].
María es la madre espiritual de la humanidad. Es la
Madre de La Iglesia, es el modelo de la fe de la Iglesia. Ella es la primera
creyente, que nos enseña cómo aceptar la palabra de Dios. Ella es modelo de fe a seguir. Ella es una
mujer orante, mujer que sepa escuchar, obediente y sobre todo su confianza
plena a Dios. María es la Madre de Cristo, es una mujer, que con la fe, deja
fecunda la Palabra hecha Carne en su seno. Ella es una mujer oferente; que ofrece
el hijo al Padre y a la humanidad.
Por eso como iglesia, estamos invitados a imitar a
María como modelo de Fe, como modelo de esperanza, y modelo de caridad. La
iglesia debe dar testimonio como María a presentar Cristo a la humanidad. Por
su silencio evangeliza a la iglesia a tener esperanza, fe y caridad, por eso
estamos invitados a que nunca perdemos la esperanza, la fe y la caridad, ante
la prueba, sino mantengamos firmes en la fe, porque Dios ha planeado algo
grande en nuestra vida.
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